Comentario
Lunes, 17 de septiembre
Navegó a su camino el Oueste, y andarían en día y noche cincuenta leguas y más; no asentó sino 47. Ayudábales la corriente.
Vieron mucha hierba, y muy a menudo, y era hierba de peñas y venían las hierbas de hacia Poniente. Juzgaban estar cerca de tierra. Tomaron los pilotos el Norte, marcándolo, y hallaron que las agujas noruesteaban una gran cuarta, y temían los marineros y estaban penados y no decían de qué. Conociólo el Almirante; mandó que tornasen a marcar el Norte en amaneciendo, y fue porque la estrella que parece hace movimiento y no las agujas. En amaneciendo, aquel lunes vieron muchas más yerbas y que parecían hierbas de ríos, en las cuales hallaron un cangrejo vivo, el cual guardó el Almirante. Y dice que aquellas fueron señales ciertas de tierra, porque no se hallan ochenta leguas de tierra. El agua de la mar hallaban menos salada desde que salieron de las Canarias, los aires siempre más suaves. Iban muy alegres todos, y los navíos, quien más podía andar andaba por ver primero tierra. Vieron muchas toninas, y los de la Niña mataron una. Dice aquí el Almirante que aquellas señales eran del Poniente, "donde espero en aquel alto Dios, en cuyas manos están todas las victorias, que muy presto nos dará tierra". En aquella mañana dice que vido una ave blanca que se llama rabo de junco que no suele dormir en la mar.
Martes, 18 de septiembre
Navegó aquel día con su noche, y andarían más de cincuenta y cinco leguas, pero no asentó sino 48. Llevaba en todos estos días mar muy bonanza, como en el río de Sevilla. Este día Martín Alonso con la Pinta, que era gran velera, no esperó, porque dijo al Almirante desde su carabela que había visto gran multitud de aves ir hacia el Poniente, y que aquella noche esperaba ver tierra y por eso andaba tanto. Apareció a la parte del Norte una gran cerrazón, que es señal de estar sobre la tierra.
Miércoles, 19 de septiembre
Navegó su camino, y entre día y noche andaría veinticinco leguas, porque tuvieron calma; escribió veintidós. Este día, a las diez horas, vino a la nao un alcatraz y a la tarde vieron otro, que no suelen apartarse veinte leguas de tierra. Vinieron unos llovizneos sin viento, lo que es señal cierta de tierra. No quiso deternerse barloventeando el Almirante para averiguar si había tierra, más de que tuvo por cierto que a la banda de Norte y de sur había algunas Islas, como en la verdad lo estaban y él iba por medios de ellas. Porque su voluntad era de seguir adelante hasta las Indias, "y el tiempo es bueno, porque placiendo a Dios a la vuelta todo se vería"; Estas son sus palabras.
Aquí descubrieron sus puntos los pilotos: el de la Niña se hallaba de las Canarias 440 leguas; el de la Pinta 420; el de la donde iba el Almirante 400 justas.
Jueves, 20 de septiembre
Navegó este día al Oueste cuarta del Norueste y a la media partida, porque se mudaron muchos vientos con la calma que había. Andarían hasta siete y ocho leguas. Vinieron a la nao dos alcatraces y después otro, que fue señal de estar cerca de tierra; y vieron mucha hierba, aunque el día pasado no habían visto de ella. Tomaron un pájaro con la mano que era como garjao; era pájaro de río y no de mar, los pies tenía como gaviota. Vinieron al navío, en amaneciendo, dos o tres pajaritos de tierra cantando, y después, antes del Sol salido, desaparecieron. Después vino un alcatraz; venía de Ouesnorueste; iba al Sueste, que era señal que dejaba la tierra al Ouesnorueste, porque estas aves duermen en tierra y por la mañana van a la mar a buscar su vida, y no se alejan veinte leguas.
Viernes, 21 de septiembre
Aquel día fue todo lo más calma y después algún viento. Andarían entre día y noche, de ello a la vía y de ello no, hasta 13 leguas. En amaneciendo, hallaron tanta hierba que parecía ser la mar cuajada de ellas, y venía del Oueste. Vieron un alcatraz. La mar muy llana como un río y los aires los mejores del mundo. Vieron un alcatraz. La mar muy llana como un río y los aires los mejores del mundo. Vieron una ballena, que es señal que estaban cerca de tierra, porque siempre andan cerca.
Sábado, 22 de septiembre
Navegó al Ouesnorueste más o menos, acostándose a una y a otra parte. Andarían treinta leguas. No veían casi hierba.
Vieron unas pardelas y otra ave. Dice aquí el Almirante: "Mucho me fue necesario este viento contrario, porque mi gente andaban muy estimulados, que pensaban que no ventaban en estos mares vientos para volver a España."
Por un pedazo de día no hubo hierba, después muy espesa.
Domingo, 23 de septiembre
Navegó al Norueste y a las veces a la cuarta de Norte y a las veces a su camino, que era el Oueste; y andaría hasta ventidós leguas. Vieron una tórtola y un alcatraz y otro pajarito de río y otras aves blancas. Las hierbas eran muchas, y hallaban cangrejos en ellas.
Como la mar estuviese mansa y llana, murmuraba la gente diciendo que, pues por allí no había mar grande, que nunca ventaría para volver a España. Pero después alzóse mucho la mar y sin viento, que los asombraba, por lo cual dice aquí el Almirante: "Así que muy necesario me fue la mar alta, que no pareció, salvo el tiempo de los judíos cuando salieron de Egipto contra Moisés, que los sacaba de cautiverio."